jueves, 8 de abril de 2010

Recuerdos de YALE

Fue en el año 1966 cuando la investigación científica en la Argentina se hizo casi imposible, por lo menos en la Facultad de Medicina de la UBA, donde trabajaba, pues nuestra cátedra tenía los pisos 11 a 14 (Microbiología y Parasitología), del edificio y las huelgas de ascensoristas y personal de maestranza eran tan frecuentes que para estar seguros que los animales de experimentación no morían por causas ajenas al inoculo, como sed, hambre, suciedad, los investigadores teníamos que atenderlos personalmente y/o con nuestros ayudantes. Además no teníamos los medios necesarios para la identificación final de los virus y yo ya había sido entrenada en el centro internacional de referencia de arbovirus, con los Dres. Max Theiler y Jordi Casals, en el Instituto Rockefeller de New York en donde estuve dos años como post-doctoral fellow enviada por el Dr. Bernardo Houssay, del CONICET, cuando fue necesario saber si el hoy llamado virus Junín era nuevo solo para la Argentina o para el mundo también.
Para poder identificar otros nuevos virus aislados de diferentes cuadros clínicos al regresar a Argentina y continuar con mis investigaciones virológicas, mis ex-profesores del Instituto Rockefeller, ahora trasladados a un nuevo y hermoso edificio en New Haven perteneciente a la Universidad de Yale, me propusieron ir a estudiar epidemiología y Salud Pública a esa Universidad para completar mi formación en ese campo y llevar conmigo los nuevos virus para identificar allá, ocupándome de lo mismo para lo cual me facilitarían laboratorios y ayuda necesaria en la sección de arbovirus que dirigía el Dr. Wilburg Downs, al cual yo ya conocía, desde New York y me ofrecían matricularme para el Master y/o el doctorado en Salud Pública de acuerdo a lo que dispusiera el comité de admisión de la Universidad. El centro mundial de referencia de arbovirus funcionaba allí y en el mundo había pocos profesionales formados en ese campo tan peligroso pues trabajábamos con virus productores de encefalitis, fiebres hemorrágicas y virus desconocidos, productores de enfermedades en el hombre o aislados de mosquitos o garrapatas que podían transmitir enfermedades a humanos.
Decidí ir a hablar con el Dr Houssay, presidente del CONICET, ya que yo era investigadora del mismo, para plantear el problema quien finalmente me apoyó dirigiendo una carta a las autoridades de YALE pero haciéndome prometer que cuando las condiciones para mi trabajo cambiaran regresaría a nuestro país pues era uno de los recursos humanos formados por el CONICET. Se lo prometí.
Siendo médica, el Master en Salud pública podía hacerse en dos años. Uno de mis consejeros en Yale, el Dr. White, me dijo: para que todo ande sobre rieles primero inscríbase para el Master y reglamentariamente si en sus estudios tiene buenas notas y saca por lo menos sobresaliente (Honor) en dos asignaturas, tendrá derecho a ser admitida para el Doctorado. Así lo hice y tuve éxito.
Cuando me recibí me enteré que era la primera mujer latinoamericana en recibir el Doctorado en Salud Pública (año 1970) ya que para aplicar a ese título había que ser médico (Epidemiología o Salud pública) o Ingeniero (Sanitarista). Recibí mi Master en Salud Pública (MPH) en 1968 y dos años después terminé mis estudios y tesis del doctorado recibiendo el título de Doctora en Salud Púdica (Dr.P.H.). Luego fui nombrada miembro facultativo de la misma Universidad en donde estuve hasta que pasé a ser oficial médico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que es la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como consultora de la OPS/OMS, independientemente del país en que estuviera ejerciendo mis funciones, todos los años me mandaban de vacaciones al lugar donde me habían reclutado, para evitar el desarraigo. Visité anualmente YALE hasta que terminé mi última función en OPS/OMS y me reintegré a mi país, cumpliendo con mi promesa.
Hace unos días una delegación de Yale encabezada por la actual Vicepresidente de la institución. Dra. Linda Koch Lorimer nos ha visitado y la han entrevistado en La Nación (que escaneo para quien quiera leerla). Tuve la oportunidad de compartir una recepción que reunió el club de Yale, al cual pertenezco y en el cual tuve la oportunidad de conocer a los visitantes.
La recepción fue magnífica en la residencia de uno de los egresados de la Universidad de Yale, muchas gracias Andrés y Canela por la invitación al evento.
Hace mucho estoy retirada de mis actividades profesionales y utilizando mi jubileo para transmitir poesías o a veces comentarios o anécdotas como en este caso. Los que ya tenemos muchas vivencias acumuladas gozamos al recordarlas cuando ellas fueron placenteras y esto es lo que me pasa con Yale: cepas de virus aislados en Argentina se han salvado gracias a la generosidad de instituciones de USA. En mi estadía me brindaron todo lo necesario: tuve beca post-doctoral del gobierno de USA (GMS) desde el día que llegué que me fue otorgada por el decano de la escuela de Salud Pública, entonces Dr. Robert Mc. Callum que también fue profesor titular de la asignatura en que me especialicé. Viví en el Harkness Hall, dormitorio médico situado enfrente al edificio de Salud Pública, un hermoso edificio de unos 13 pisos, vivienda de estudiantes de medicina y médicos, el último piso para mujeres. Cuando ingresé al Harkness fue a saludarme una médica argentina que ya se alojaba allí, María Lico, también del grupo de Houssay que ya se había instalado en Brasil, con el grupo del Dr. Cobian y otros colegas argentinos y habia sido enviada a Yale como post-doctoral fellow para estudiar psicología experimental.
Viví en el Harkneas tantos años como duró mi carrera. Después me mudé a un departamento del edificio "University Towers" muy cercano también a YARU, los laboratorios en los cuales trabajaba. Todos esos recuerdos y mas brotaron gracias a la visita reciente de autoridades actuales que tuve oportunidad de contactar y cuya visita son de público conocimiento como lo prueban los reportes aparecidos en "La Nación" y "El clarín" que les escaneo para quienes no tuvieron oportunidad de leer los diarios. Como ven los integrantes del "Yale Club" estuvimos de parabienes.



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