Yo sé que el cuerpo humano es un tejido complicado que los genes realizan usando el espacio y el tiempo. Los genes que son programas que la vida lleva consigo tienen la información necesaria, en códigos que le son propios para realizar todas y cada una de las funciones que hacen a la vida. Pero también sabemos que todo ser vivo que ha madurado llega naturalmente a una función última llamada muerte que se caracteriza por interrumpir nuestra asimilación de tiempo, ya no incorporamos mas años a nuestro organismo, ya no festejaremos mas cumpleaños y como personas no tendremos futuro por lo cual quedamos suspendidos en el presente. Lo que es más, nuestro cuerpo se desintegrará perdiendo el espacio-tiempo que genes tejieron, nos reduciremos a cenizas o polvo.
Es evidente que esencialmente somos espacio-tiempo acumulado, por lo menos nuestro cuerpo, que es lo que abandonamos al morir.
Aquí quiero contarles una sensación muy extraña que tuve en los años 1976 o 77 en Maracay, Venezuela, del cual fueron testigos varios consultores de OPS/OMS que eran colegas míos del país donde me encontraba y que estaban con sus cónyuges pues era una fiesta de cumpleaños de uno de ellos, en cuya casa tuvo lugar el evento.
Llegué a la fiesta, para la cual me habían invitado un rato antes. Su señora era amiga mía y también argentina de manera que a veces nos reuníamos a tomar mate; ni la casa ni los asistentes eran desconocidos para mí. Era una fiesta de esas que generalmente resultan muy placenteras por tratarse de una reunión de gente homogénea, con iguales inquietudes y problemas. Sin embargo para mí no solo no resultó divertida sino que debo dar gracias a Dios por haber salido con vida.
Tuve, durante la fiesta una sensación? realidad? de muerte cuya emoción fue lo suficientemente impactante como para recordarla mientras viva. Les relataré como fue porque creo que como vivencia es extraordinaria.
Fui la última de los invitados que llegó a la fiesta de manera que después de saludar me preguntaron que quería beber y dije: cualquier cosa sin alcohol. El dueño de casa me dijo: no puedes despreciar la bebida que yo preparo: vení que te sirvo. Y en un vaso alto preparó la bebida que me ofreció. Cuando la probé parecía cicuta. Le dije: Esto es horrible! Qué es? Y respondió: es Cuba libre, es decir Coca-cola con ron. Debe tener mucho ron para vos que no estás acostumbrada, dame que lo rebajo. Volcó un poco del contenido que sustituyó con coca-cola y me dijo: ahora está mas floja, y nos reunimos con el resto de la gente en el living. Para no parecer mal educada llegué a tomar medio vaso y me levanté con disimulo para ir a conversar con dos amigas que estaban charlando en la cocina, fui hasta allí y arrojé el resto del contenido del vaso en la pileta. Tuve mala suerte, las chicas me vieron y me preguntaron ¿Por qué la tiras?
-Porque es veneno, si lo dejo abandonado y un chico lo bebe, muere.Este gusto no tienen nada que ver con un cuba libre, que ya lo conozco. Y con esa explicación volví al living y me senté cómodamente en un sillón con dos brazos porque estaba como mareada y la boca me había quedado reseca y con un gusto tan amargo que impresionaba. De repente oigo que dicen: recostala en el sofá grande, que se cae; y me extendieron cual larga soy en el sillón doble que tenía enfrente. En ese momento, que debo de haber tenido los ojos cerrados veía un túnel negro, larguísimo, con una pequeña luz muy brillante, allá en el fondo y después, como si alguien hubiera dado una orden dejé de sentir mi traslación en el túnel, manteniéndome suspendida en el mismo y entendí una orden: Todavía no! Un pequeño silencio y la respuesta: no cumplió la misión. Luego me encontré sentada en el sillón desde donde me habían sacado, observando mi cuerpo yerto extendido sobre el sillón de enfrente y mirando el alboroto que se armó y escuchando todo lo que decían. Uno de mis compañeros gritó ¡Urgente! Un médico! y otro que estaba tomando el pulso contestó: La empresa fúnebre dirás! Está muerta, no respira ni tiene pulso.
Yo escuchaba y veía todo desde el sillón de enfrente con una indiferencia tal que me hace suponer que la personalidad sin cuerpo carece de sentimientos. La dueña de casa volvió a la cocina para descargar su llanto desesperado que se oía desde el living y yo, de repente me sentí consciente dentro de mi cuerpo al cual sentía como extraño y no podía mover. Oí que gritaban ¡Sácale la faja para que pueda respirar! yo no usaba faja, solo calzón, corpino y una bata guajira de fiesta, larga hasta los tobillos como se usaba en Venezuela.
Veía (tenía los ojos cerrados) y sentía con la consciencia en mi cabeza como me había hinchado; había hecho un íleo paralítico y mi abdomen era una pelota gigante inflada, tampoco me podía mover. Repentinamente sentí como si algo tenue se hubiera extendido por todo mi organismo y recuperé la movilidad y pude gritar ¡Quiero ir al baño! Ante el asombro de todos, una amiga me hizo incorporar y prácticamente me arrastró hasta el lavatorio pues yo no tenía fuerzas ni para mantenerme en pie sola. Allí empecé a vomitar y vomitar, no sé de donde podía salir tanto material y con qué furor, eran vómitos a chorros. Sentía como si el cuerpo fuera una masa pesadísima y necesitaba perder peso. Cuando terminé de vomitar dije: espérame afuera que necesito seguir evacuando por la terminal de los intestinos. Nunca eliminé tanto material en cualquiera de sus tres estados, solos y combinados: solidos, líquidos y gaseosos. Por razones reales y/o psicológicas me sentí mucho mas liviana y me ofrecieron pasar a un dormitorio que usé, pues quedé de cama.
Recién después de dos días pude volver a casa, es lo que tardé para sentir mi cuerpo armónico capaz de sostenerme. El decaimiento me duró varios días y pude continuar mi vida normalmente hasta hoy, que se los cuento, casi veinte años después.
¿Qué era ese hueco largo con una luz pequeña en su terminal por el cual transité cuando dijeron que estaba muerta? Habrá sido el túnel del tiempo?
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